
La comparación entre países del gasto sanitario y farmacéutico se ha convertido en un elemento central de muchos debates de política pública a lo largo de los años. Un análisis de la consultora IQVIA estima que el gasto total en medicamentos representó en promedio el 15% del gasto sanitario total en 2022, el año más reciente con datos consistentes disponibles, entre los 12 principales países analizados, con un rango entre el 9% y el 20%.
En comparación con el estudio global previo del Instituto IQVIA en 2021, no ha habido cambios en el promedio ni grandes variaciones a nivel nacional. Reino Unido, Canadá e Irlanda siguen teniendo los porcentajes más bajos de gasto neto en medicamentos (9%, 11% y 11%, respectivamente). Por su parte, el documento muestra que EEUU presenta el gasto sanitario per cápita más alto del mundo, con 13.192 dólares por persona, cifra muy superior a la de los demás países analizados. “Tanto el gasto sanitario como el farmacéutico fueron ajustados por población, paridad de poder adquisitivo (PPA) y crecimiento del PIB, expresados en valores de 2022”, confirma.
Según el documento, esto se debe principalmente a los mayores pagos a hospitales y médicos, así como a los costos administrativos en EEUU. Por su parte, en los demás países, el gasto sanitario per cápita varía entre 4.952 y 9.250 dólares, mientras que el gasto farmacéutico oscila entre 656 y 1.337 dólares. Asimismo, subraya que como economía en rápido desarrollo durante la década de 2000, Corea del Sur tenía un gasto sanitario per cápita considerablemente inferior al de otros países. Sin embargo, en los últimos años, advierte que ha aumentado de forma notable y ahora es similar al de España e Italia.
En la otra cara de la moneda, Reino Unido presenta la menor proporción de gasto farmacéutico (9%) y el gasto per cápita más bajo (656 dólares), cifras similares a las de Canadá (11% y 765 dólares). “Ambos países han mantenido esta estabilidad desde el año 2000”, reitera. A continuación, precisa que los gobiernos de ambos países han implementado sucesivas políticas de regulación de precios, sustitución por genéricos y, en el caso británico, el VPAG, además de evaluaciones de tecnologías sanitarias para determinar si un medicamento es rentable y, por tanto, reembolsable. Asimismo, el documento muestra que Reino Unido presenta una de las tasas más altas de uso de genéricos y biosimilares en Europa.
Entre los factores más influyentes que explican las diferencias persistentes en el gasto farmacéutico entre países, el informe hace alusión a las variaciones notables en la aprobación, disponibilidad y uso de medicamentos innovadores, junto con las diferencias de precios entre países.
Otro de los datos interesantes que se extraen del análisis es que entre los 12 países analizados, el gasto sanitario total ha crecido más que el gasto en medicamentos desde el año 2000. En contraste, el gasto en fármacos se ha mantenido más estable e incluye volúmenes significativos de medicamentos genéricos y biosimilares a muy bajo costo. “Estas dinámicas —pérdida de exclusividad y entrada de alternativas de bajo precio— son únicas del sector farmacéutico y no se observan en otros componentes del gasto sanitario”, establece.
Asimismo, señala que el impacto de la pandemia de COVID-19 es visible en varios países, con un aumento del gasto sanitario entre 2020 y 2022. “El Sistema de Cuentas de Salud (SHA) introdujo categorías específicas para reflejar el impacto de la pandemia en los sistemas de salud y en las tendencias de gasto, incluyendo los costos asociados a pruebas diagnósticas, tratamientos, medidas de salud pública y programas de vacunación”, certifica.
A continuación, menciona que cuando los datos de gasto farmacéutico no provenían directamente del SHA (por ejemplo, en el caso de fuentes públicas alternativas o de terceros), “se incluyeron los datos sobre tratamientos y vacunas contra la COVID-19 para permitir comparaciones adecuadas”.
Según el análisis, el bajo crecimiento del gasto en medicamentos se debe en parte al refuerzo de las políticas de contención de costes durante la última década en muchos mercados importantes,” medidas que no siempre pueden aplicarse a otros sectores del gasto sanitario”.
Cuando se analizan junto con factores como los medicamentos aprobados y reembolsados en cada país, las tasas de utilización y las diferencias de acceso, el gasto farmacéutico se convierte en un indicador útil para explicar las variaciones de gasto entre países. “En la mayoría de ellos, el gasto en medicamentos ha crecido más lentamente que el gasto sanitario en los últimos años”, indica.
Por último, recuerda que los sistemas sanitarios de los países son heterogéneos y difieren en su forma de proporcionar, financiar y consumir productos farmacéuticos. Por ejemplo, sostiene que “aunque el segmento no minorista ha sido una porción creciente del mercado farmacéutico en muchos países, esto no ocurre en todos”. Además de ello, la proporción de medicamentos dispensados en hospitales varía según el país y, de manera importante, según el área terapéutica. Por lo tanto, indica que evaluar únicamente el gasto minorista o el no minorista puede incluir o excluir componentes clave del gasto, dependiendo del país.
Por otro lado, reitera que los medicamentos suelen financiarse de manera diferente según la estructura del sistema sanitario nacional. Por ejemplo, la financiación privada de medicamentos (a través de seguros voluntarios) representa una parte importante del mercado estadounidense, mientras que en el Reino Unido los programas gubernamentales constituyen la mayoría del gasto en medicamentos debido a su sistema de pagador único, el Servicio Nacional de Salud (NHS). Por eso, concluye que “evaluar segmentos específicos de forma aislada (por ejemplo, solo el gasto financiado por el gobierno) no ofrece una comparación completa ni precisa“.
Fuente: El Global Farma
 
						