La Estación Espacial Internacional (EEI), concebida originalmente como un laboratorio orbital para experimentos en física y astronomía, ha ampliado significativamente su papel en las últimas décadas. Hoy en día, se consolida como un entorno privilegiado para la investigación médica y farmacéutica, ofreciendo condiciones únicas de microgravedad que permiten avances imposibles de replicar en la Tierra. Desde el desarrollo de nuevos fármacos hasta la creación de modelos tridimensionales de tejidos humanos, la EEI está impulsando una nueva era en la ciencia biomédica y el descubrimiento de tratamientos innovadores.
Así lo explica en una entrevista en Salud35, el Dr. Davide Marotta, director del Programa de Biofabricación en el Espacio en el Laboratorio Nacional de la EEI, gestionado por CASIS."Uno de los impactos más directos de la microgravedad en la ciencia biomédica es la mejora de la cristalización de proteínas, un paso fundamental en la identificación de dianas terapéuticas y el diseño de medicamentos más eficaces", afirma.
Estas estructuras, más estables y definidas que las obtenidas en condiciones terrestres, permiten una comprensión más precisa de cómo interactúan las proteínas con los fármacos. Esto es clave, especialmente en el contexto de enfermedades complejas como el cáncer o las patologías neurodegenerativas.
Asimismo, Marotta indica que la formación de tejidos humanos en 3D en condiciones de microgravedad ha abierto un campo prometedor que permite estudiar las enfermedades de manera más realista. Estos tejidos replican con mayor fidelidad las condiciones del cuerpo humano. A juicio del experto, este tipo de modelos experimentales permitirán reducir la dependencia de modelos animales, y obtener datos más fiables.
"Podemos estudiar en semanas lo que normalmente tardaría años"
Además, la microgravedad también reproduce con rapidez fenómenos fisiológicos asociados al envejecimiento, como la pérdida de masa ósea, la degeneración muscular o la disminución de la función inmunitaria. Esta característica convierte a la EEI en un entorno idóneo para ensayar tratamientos destinados a combatir la osteoporosis, la distrofia muscular o la disfunción inmunológica crónica. "Podemos estudiar en semanas lo que normalmente tardaría años en manifestarse en la Tierra. Este ahorro de tiempo es vital para acelerar el desarrollo de nuevos tratamientos", añade.
Uno de los avances más innovadores es la bioimpresión en el espacio, un proceso mediante el cual se fabrican tejidos vivos mediante impresión 3D. Esta tecnología, todavía en sus primeras fases, se perfila como el futuro de la medicina regenerativa. "En microgravedad, la bioimpresión ofrece una estabilidad de ensamblaje celular que no es posible reproducir en la Tierra", destaca Marotta. Este avance podría permitir la producción de tejidos a medida para trasplantes, investigación o pruebas farmacológicas personalizadas.
La Estación Espacial Internacional permite realizar un cribado más rápido y preciso de medicamentos, lo que optimiza recursos y acelera la toma de decisiones clínicas. Además, universidades, empresas biotecnológicas y farmacéuticas pueden participar en proyectos en este laboratorio orbital a través de diversas vías de acceso.
"Cada año lanzamos convocatorias abiertas de investigación dirigidas a instituciones estadounidenses. Se puede acceder con propuestas que busquen financiación o mediante colaboración directa con los Proveedores de Servicios Comerciales (CSPs), que gestionan instalaciones privadas en la estación", detalla. Entre estos CSPs se encuentran empresas que ofrecen desde plataformas de cultivo celular hasta módulos de impresión 3D para investigación avanzada.
"Este año ya estamos viendo cómo nuevas iniciativas biomédicas se incorporan al laboratorio orbital"
También existen colaboraciones estratégicas con agencias federales como la Fundación Nacional de Ciencia (NSF), que lanza convocatorias específicas sobre ingeniería de tejidos en órbita baja, con el objetivo de identificar soluciones aplicables al cuidado de la salud terrestre. "Estas sinergias están diseñadas para acelerar la traslación de la investigación básica a aplicaciones clínicas reales", afirma el científico.
En cuanto a la colaboración con el sector farmacéutico, la implicación es cada vez mayor. "En 2024, Bristol Myers-Squibb envió proyectos a la EEI. Y este año ya estamos viendo cómo nuevas iniciativas biomédicas se incorporan al laboratorio orbital", revela Marotta. Aunque los manifiestos de cada misión son variables, una de las más esperadas es la misión número 32 de SpaceX de reabastecimiento a la estación, prevista para finales de abril. En ella se incluye un ambicioso proyecto conjunto entre la Universidad de Connecticut y Eascra Biotech."Este equipo trabajará con nanomateriales Janus (JBNs), estructuras que se autoensamblan y que podrían revolucionar el tratamiento de la osteoartritis y ciertos tipos de cáncer", explica.
Estos materiales imitan la estructura del ADN humano, lo que los convierte en excelentes vectores para transportar principios activos de forma selectiva y eficaz. El proyecto fue uno de los seleccionados en el marco de la colaboración Igniting Innovation, impulsada por NASA y el Laboratorio Nacional de la EEI, centrada en promover investigación oncológica basada en el espacio.
"Creemos que la EEI representa una oportunidad única para impulsar la medicina personalizada, la regenerativa y la oncológica desde una perspectiva totalmente nueva", concluye el Dr. Davide Marotta. Con proyectos pioneros, una red colaborativa abierta y resultados tangibles, el espacio se perfila no solo como el próximo paso lógico en la carrera científica, sino como un nuevo eje estratégico en el desarrollo farmacéutico global.
Fuente: ConSalud.es/Salud35